Plutarco

  • A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos pintan mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas.
  • Disfrutar de todos los placeres es insensato; evitarlos, insensible.
  • El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender.
  • El odio es una tendencia a aprovechar todas las ocasiones para perjudicar a los demás.
  • El trabajo moderado fortifica el espíritu; y lo debilita cuando es excesivo: así como el agua moderada nutre las plantas y demasiada las ahoga.
  • Hay maridos tan injustos que exigen de sus mujeres una fidelidad que ellos mismos violan, se parecen a los generales que huyen cobardemente del enemigo, quienes sin embargo, quieren que sus soldados sostengan el puesto con valor.
  • La amistad es animal de compañía, no de rebaño.
  • La fortuna no está hecha para los poltrones y para alcanzarla, antes que mantenerse bien sentado hay que correr tras ella.
  • La omisión del bien no es menos reprensible que la comisión del mal.
  • La paciencia tiene más poder que la fuerza.
  • Las arañas atrapan a las moscas y dejan huir a las avispas.
  • Los cazadores atrapan las liebres con los perros; muchos hombres atrapan a los ignorantes con la adulación.
  • Muchas cosas son las que el tiempo cura, no las que la razón concierta.
  • No necesito amigos que cambien cuando yo cambio y asientan cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor.
  • Para saber hablar es preciso saber escuchar.
  • Quien en zarzas y amores se metiere, entrará cuando quiera, mas no saldrá cuando quisiere.
  • Quien tiene muchos vicios, tiene muchos amos.
  • Un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandado por un ciervo.
  • Un pueblo que quiere ser feliz no ha menester de conquistas.

Plutarco - 50-125. Escritor griego.

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